Lo dejaré todo: Descolgando lo tendido

Monday, June 02, 2008

Descolgando lo tendido

Capitulo 5


Abandono la taberna y comenzó a caminar por la calzada, hoy visitaría la biblioteca, pero antes debía pasar a recoger a Alejandra. Era una mujer de fuerte carácter, pero no tanto como el que traslucía hacia el exterior, quien la viera por primera vez se llevaría la impresión de estar frente a una roca sin una sola grita para ser atravesada. Si, así era ella, una solida muralla contra pedantes, de esa forma se ahorraba la tontera de tener que escuchar a cualquier idiota que intentara buscarle conversación. Una jodida buena técnica aquella, ya quisiera Sean poder tener su facilidad de rechazar a alguien para que no le diera la lata.

Alejandra estaba tendiendo la ropa cuando por el rabillo del ojo diviso a un hombre vestido de pardo, que pareciese llevar la misma ropa hace una semana, bañado en polvo y quizás sudor, con el tiempo que corría en aquella época, el sol cocinaba a cualquiera que deambulara sin importar de quien se tratase. Pero eso no era lo que la asombraba, daba la impresión que estuviese enrabiado, caminaba erguido y sin realizar más movimiento que el necesario, inspeccionando todo a su alrededor y aun así con la mirada perdida. Sean la saludo con la mano y hablo y entonces toda esa impresion se fue al traste.

-Hola ricura, he venido a buscar ese trasero para salir a moldearlo por el camino-, si, se fue todo al traste- Apuesto que no haz cogido con nadie desde que no abandonaste a ese tarado.

-No te pongas tonto- le dijo- ¿Acaso no fuiste tu ese tarado?

Sean la observo detenidamente, nunca se ofendía con sus bromas subidas de tono y total y absolutamente desubicadas. La quería mucho, lo suyo no pudo funcionar, bueno ni que tenia que pudiera funcionar, si apenas anduvieron una semana y lo que menos hicieron fue pasar tiempo despegados el uno del otro fuera de la cama. La queria demasiado, se moriría si algo le pasara a ella. Aunque siempre terminaba ofuscado porque Alejandra como todas las mujeres de la nada se enojaba sola cuando ella se equivocaba, a veces solo la miraba y ella le devolvia un insulto con esos dorados iris.
Y bueno por lo general, cuando una mujer estaba en un error era capaz de encontrar montones de cosas de las que culpar al hombre que tuviese más cerca, el cual acabaría pensando que realmente había hecho algo malo. Y ese era el caso de Sean, siempre terminaba culpándose por algo que le decían las mujeres. ¿Algún hombre consigue llegar a entender a las mujeres?, dio un sobre salto cuando se dio cuenta que había pronunciado la pregunta en voz alta.

-No lo creo- dijo ella ajustándose el escote que se le había corrido con el trajín del tender ropa-.

-No me refiero a ti, sino a cualquier mujer, son todas unas jodidas de la cabeza-, estalló en carcajadas, y, cuando la mujer le asestó una mirada significativa, sus risas arreciaron. Lo que le dirigió a Sean habría despertado la envidia de cualquier hombre por su perfecta serenidad. Se acerco y poso sus senos sobre el torso del hombre para posar su boca muy cerca de sus oídos. Y que bien que se sentia.

-Los necios tienen lo que su estupidez les acarrea.-
Agarro del brazo a Sean y emprendieron la marcha.


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